Retomando nuestros comentarios de literatura ambiental, o
sea, aquella que te dejó buen sabor de boca aunque no sepas si es buena o mala,
profunda o superficial, sublime o de escañu, queremos comentaros brevemente dos
libros que nos gustaron mucho; uno tiene además la ventaja añadida de que como
no tiene muchas páginas, pues no cuesta terminarlo, y puedes darte el pisto
cuando algún intelectual de pret a porter (que me parece que quiere decir “del
culo apretáu” en yugoslavo) te pregunta:
-
y ud. ¿cuántos libros ha leído este mes?
-
¡uno enteru y otru a medies! (chúpate esa,
Baldomero; a ver si crees que sólo leen
los de “REDES”).
Además son muy distintos en todo:
temática, enfoque, estilo, situación, encuadre, … vamos que son como comparar
una ciruela pasa y un chupachups de menta.
De parte de la princesa muerta (esta es la gorda)
En resumen
es la vida de una (de tantas) princesas turcas que quedaron a la deriva tras la
abolición del Califato (el Sultanato ya se había extinguido bastante antes). La
biografía, o biografía novelada, está escrita por su hija (que tiene un nombre
turco que me niego a escribir), nacida poco antes de su muerte, y que al hacerse
mayor quiso conocerla, aunque sólo fuera en diferido. Está ambientada en varios
sitios: Constantinopla por supuesto, no recuerdo si en el Topkapi o el
Dolmabache (u otro similar); la India, porque se casó con un nabab; el Líbano
cuando jovencita; la etapa final de París (siempre nos quedará París), que es
donde muere más o menos durante la ocupación alemana.
De todas
estas épocas la mas interesante es sin duda la de los primeros años de la
princesa en Turquía; describe muy sugerentemente cuál era la vida de una
princesa oriental, y ambienta la desaparición de una dinastía desde “dentro”,
pero no a través de los hechos en sí, sino de las emociones de quien contempla
la desaparición de un mundo sin entender en realidad nada, ni de porqué
desaparece, ni de porqué no debería desaparecer (de lo cual se sigue que
efectivamente era una princesa, porque no se enteraba de nada). El relato sobre
su etapa india es también interesante, por lo exótico y porque nos acerca a la
vida en palacio de un maharahá y una maharaní, aunque hay otras novelas o
biografías que lo hacen más extensamente, y que algún día comentaremos. En la
novela también luce especialmente la personalidad de la madre de la princesa, de
la que se separa para irse a la India con el nabab, y que también era princesa
y no como en los cuentos, que de una castañera sale una princesa.
Aunque es
algo gorda se lee bien en general, y si una parte os aburre, pues la saltáis
sin mas problema, que “no pasa ná” y nadie os lo va a echar en cara.
El misterio de las catedrales
- Já. ¿Aquí a
que quedasteis flipando?
Pues sí
señor, es un libro sobre catedrales (catedrales, catedrales, de esas que
siempre están en obras y no hay manera de sacar una foto).
Es como el
patito feo en el proceloso océano de lo que se denomina “literatura fantástica”
(mea culpa, mea culpa, mea culpísima), los Von Daniken, Berlitz, JJ Benítez, Talamonti,
las caras de Bélmez, los caras de cuarto milenio, y un largo etcétera que cada
día se hace más largo; por cierto, para tranquilidad general unos arqueólogos
que están excavando una ciudad maya en Guatemala han llegado a la conclusión de
que el calendario de los susodichos no termina en noviembre del 2012 (parece
ser que simplemente se les acabó la piedra), o sea, que podéis sacar los
billetes paaaaaaaa … las Canarias; volviendo a lo nuestro, pues sí, en nuestros
años mozos tuvimos el desvarío de chapotear una temporada, gracias a Dios corta,
en ese inmenso lodazal, aunque, … por otra parte, … hasta en un pozo de cieno,
… se puede encontrar una flor.
Y hela
aquí; aparentemente no es difícil de resumir: habla de catedrales. En realidad
es, como el patito feo, bastante inclasificable. Está escrita por un tal
Fulcanelli, nombre que suena a Falconetti y parece ser igual de inventado (que
es un seudónimo vamos). La verdad es que en aquellas fechas no se sabía quién
era la persona que respondía a ese nombre, ni se le conocían otras obras; no hemos
querido investigar en internet para ver si el misterio se ha desvelado; os
aconsejamos que no lo hagáis si pensáis leerlo: tiene más morbo.
La tesis
central es que las catedrales son el cuaderno en el que los alquimistas
escribieron sus secretos, o al menos el sentido y objeto de su búsqueda, y
Fulcanelli nos va guiando para entender los signos. Para mi es una pequeña
joya, con independencia de que tenga más o menos fundamento. Para los
aficionados a los crucigramas tiene el interés añadido de que por fin sabréis
para qué sirve un atanor.
Y esto es
todo muchachos; sei buenos, que ser malu ye muy cansao.
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